miércoles, 2 de enero de 2013

Capítulo 2: El Castillo

A un alto castillo llegaron
y en sus puertas se frenaron.
Se miraron a la cara,
con una gran pasión cargada.
Las puertas del inmenso castillo se abrieron en el momento en el que Ivana otra cosa quería abrir, las puertas de su corazón, que sin apenas palabras ese hombre había conquistado.Ambos sentían una gran conexión que los unía y que tiraba de ellos con fuerza obligándolos a querer estar juntos y no separarse hasta el fin de los tiempos.
Al cruzar el umbral de la puerta, la dama ya de por sí asombrada por el majestuoso castillo que habitaba Minervo, contempló su interior lleno de arte y una exquisita decoración. Lo raro era que todo era realmente antiguo, como de otra época muy lejana en el tiempo. Ella se preguntaba con asombro cómo era todo esto posible, ¿cómo era alguien capaz de amasar semejante fortuna? Era evidente que todas estas cosas no eran precisamente baratas, pero ella no se quiso aventurar a preguntar ya que apenas se conocían, aún era pronto. Ella entonces se limitó a disfrutar de las vistas. Todo era simplemente exquisito. Retratos de seguramente familiares que antaño habitarían ese palacio y que fueron pintados con una precisión impresionante aparentemente, Candelabros, sillones, la chimenea... todo parecía sacado de las películas que ella solía ver sobre Vampiros y Licántropos. De hecho la decoración se asemejaba a la de una mansión vampírica clásica. Avanzaron hacia el interior del castillo mientras que Ivana seguía absorta en sus pensamientos. Aún observadora se fijó en que no había ni rastro de sus padres, absolutamente nada. Cierto es que Minervo ya era mayor de edad, pero ella no creía que se hubiera independizado y menos a un castillo y en los tiempos que corren. Nada parecía tener sentido en su mente, pero aun así no quería preguntar porque no quería parecer una cotilla. Era sorprendente cómo todo parecía parado en el tiempo, inmutable, como si estuviera mas allá del tiempo. Entonces Ivana lo miró a él. Minervo estaba algo dubitativo, quizás no supiera lo que ella pensaba e intentara adivinarlo. Ella vio que incluso su rostro iluminado por su maravilloso cabello rubio parecía congelado en el tiempo otorgándole una belleza inmutable y eterna, aunque esto podría ser fruto de su devoción hacia la indiscutible belleza de su amado Minervo. Entonces él habló con un meloso tono de voz con el que la invitó a sentarse junto a él en la sala de estar. Con solo oír su voz sus dudas o extrañas divagaciones sobre Minervo se disiparon dejando sólo su brillante imagen junto con su dulce voz, que con oírla la encandilaba cual canto de sirena a un marinero en alta mar y ella deseaba producir la misma sensación en su amado. Su corazón, soñador y apasionado comenzó a latir desbocado al cogerla por la cintura para al salón llevársela.
Como Darkness Seeker consideró esta parte correcta, añadióla a su colección junto a un terceto:
     Cual impertérrito glaciar
     el caballero se alzó
     y al tiempo hizo frenar.

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